miércoles, 25 de septiembre de 2024

¿Que le sucede a mi cerebro si paso mucho tiempo frente a una pantalla?



¿Qué le pasa a mi cerebro si paso mucho tiempo frente a una pantalla?


En nuestra vida diaria, las pantallas han pasado a ocupar un rol central. Los adolescentes usan pantallas para estudiar, socializar, entretenerse y hasta relajarse. Sin embargo, ¿Qué sucede cuando ese tiempo de exposición se vuelve excesivo? Numerosos estudios han demostrado que el uso prolongado de pantallas, especialmente en redes sociales, tiene un impacto significativo en el cerebro y el bienestar de los adolescentes, desde problemas de sueño hasta dificultades emocionales y en la autoestima.


En este texto, exploraremos cómo el uso excesivo de pantallas afecta a los adolescentes y qué podemos hacer para proteger su bienestar.


1. El cerebro adolescente y la plasticidad cerebral


El cerebro adolescente está en una fase crucial de desarrollo. La plasticidad cerebral es la capacidad del cerebro para reorganizar sus conexiones neuronales en respuesta a experiencias y aprendizajes. Durante la adolescencia, esta plasticidad está en su punto máximo, lo que significa que el cerebro es más moldeable, pero también más vulnerable.


La corteza prefrontal, el área del cerebro encargada de la toma de decisiones, el autocontrol y la planificación, aún está en desarrollo en esta etapa. Un uso excesivo de las pantallas puede interferir en este proceso, afectando las capacidades cognitivas, la regulación emocional y el control de impulsos (Twenge & Campbell, 2018; Arab & Díaz, 2015).


Según la Academia Americana de Pediatría (AAP), un exceso de tiempo frente a las pantallas puede sobrecargar al cerebro adolescente, dificultando el desarrollo adecuado de estas funciones críticas. La AAP recomienda un uso limitado de pantallas y enfatiza la importancia del equilibrio entre actividades en línea y fuera de línea, promoviendo así un desarrollo cerebral saludable.


2. Impacto en la atención y la concentración


Las redes sociales y los videojuegos están diseñados para captar y mantener nuestra atención. Cada vez que recibimos una notificación o un “me gusta”, el cerebro libera dopamina, lo que refuerza el comportamiento y nos hace buscar recompensas inmediatas. Sin embargo, este proceso también reduce la capacidad de concentrarse en tareas prolongadas o menos emocionantes.


Las investigaciones muestran que los adolescentes expuestos a contenido digital fragmentado tienen más dificultades para mantener la atención sostenida. Los estímulos constantes reconfiguran el cerebro para buscar distracciones rápidas, afectando el rendimiento académico y la capacidad para concentrarse en actividades cotidianas.


Además, Twenge y Campbell (2018) destacan cómo la exposición prolongada a pantallas puede aumentar los niveles de estrés cognitivo, ya que el cerebro está continuamente expuesto a estímulos visuales y auditivos sin descanso. Para contrarrestar esto, la AAP recomienda limitar el tiempo frente a las pantallas, especialmente en actividades no educativas, a menos de dos horas diarias.


3. Problemas de sueño y salud mental


Uno de los efectos más comunes del uso excesivo de pantallas es la interferencia con el sueño. Las pantallas emiten luz azul, que suprime la producción de melatonina, la hormona que regula el ciclo del sueño. Esto hace que los adolescentes tengan dificultades para conciliar el sueño y experimentar insomnio. La falta de sueño afecta no solo el rendimiento académico, sino también el estado emocional y la salud mental en general.


El estudio de Woods y Scott (2016) mostró que el uso de redes sociales en adolescentes está asociado con una peor calidad del sueño, mayor ansiedad, depresión y una menor autoestima. Pasar tiempo en redes sociales justo antes de dormir no solo afecta la duración del sueño, sino que también interrumpe la calidad del descanso, lo que a su vez agrava los síntomas emocionales.


La Academia Americana de Pediatría recomienda establecer reglas estrictas sobre el uso de pantallas antes de dormir. Una estrategia es evitar el uso de dispositivos electrónicos al menos una hora antes de acostarse, creando un ambiente propicio para el sueño.


4. Redes sociales y autoestima


El impacto de las redes sociales en la autoestima de los adolescentes es un tema de creciente preocupación. Las redes sociales, como Instagram y TikTok, están llenas de imágenes y videos que muestran una realidad filtrada e idealizada, lo que provoca que los adolescentes se comparen con estándares poco realistas. Esta comparación social está directamente relacionada con sentimientos de inferioridad y baja autoestima (Fardouly et al., 2015).


Arab y Díaz (2015) destacan que el uso excesivo de redes sociales puede aumentar los síntomas de depresión y ansiedad, especialmente cuando los adolescentes basan su valor personal en la cantidad de interacciones o validaciones que reciben en línea. Además, el ciberbullying es un problema creciente en estos entornos digitales, lo que agrava aún más la situación emocional de los adolescentes.


Es importante recordar que las redes sociales no siempre reflejan la realidad, y enseñar a los jóvenes a cuestionar el contenido que consumen es crucial para su bienestar emocional.


5. Salud física y fatiga ocular


El tiempo excesivo frente a pantallas no solo afecta la salud mental, sino también la salud física. La fatiga ocular es un problema común, caracterizada por visión borrosa, sequedad ocular y dolores de cabeza. La exposición prolongada a pantallas también está relacionada con el aumento de casos de miopía en adolescentes  


Además, la postura encorvada al usar dispositivos puede llevar a problemas musculares y esqueléticos, como dolores de espalda y cuello. Para prevenir estos problemas, se recomienda tomar descansos frecuentes y adoptar posturas ergonómicas.


6. Estrategias para un uso saludable de la tecnología


Es posible disfrutar de la tecnología sin caer en sus efectos negativos. Tanto padres como adolescentes pueden trabajar juntos para establecer hábitos saludables en torno al uso de pantallas.


Para adolescentes:


Limita el tiempo en redes sociales: Utiliza apps que monitoreen el tiempo de uso y establezcan límites diarios.

Cuida tu sueño: Apaga las pantallas al menos una hora antes de dormir y establece una rutina relajante antes de acostarte.

Busca actividades fuera de la pantalla: Encuentra hobbies o deportes que te gusten y que no requieran el uso de tecnología.

No te compares: Recuerda que lo que ves en redes sociales no siempre es la realidad.


Para padres:


Establece límites claros: Los adolescentes deben tener reglas sobre el tiempo frente a las pantallas. Por ejemplo, definir “zonas sin pantallas” en casa, como la mesa del comedor o los dormitorios.

Sé un ejemplo a seguir: Los padres también deben regular su uso de pantallas, demostrando un uso responsable y equilibrado de la tecnología.

Fomenta la conversación: Habla abiertamente con tus hijos sobre lo que ven en internet y cómo les afecta. La comunicación es clave para identificar posibles problemas de autoestima o ansiedad.


Conclusión


El uso excesivo de pantallas, especialmente en redes sociales, tiene un impacto profundo en el cerebro, el sueño y el bienestar emocional de los adolescentes. Sin embargo, con límites claros, hábitos saludables y una educación consciente sobre el uso de la tecnología, tanto padres como adolescentes pueden disfrutar de los beneficios de la tecnología sin sacrificar su salud física y mental.


Bibliografía 



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Arab, L. E., & Díaz, G. A. (2015). Impacto de las redes sociales e internet en la adolescencia: aspectos positivos y negativos. Revista Médica Clínica Las Condes, 26(1), 7-13. https://doi.org/10.1016/j.rmclc.2015.01.001

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Twenge, J. M., & Campbell, W. K. (2018). Associations between screen time and lower psychological well-being among children and adolescents: Evidence from a population-based study. Preventive Medicine Reports, 12, 271-283. https://doi.org/10.1016/j.pmedr.2018.10.003

Woods, H. C., & Scott, H. (2016). #Sleepyteens: Social media use in adolescence is associated with poor sleep quality, anxiety, depression and low self-esteem. Journal of Adolescence, 51, 41-49. https://doi.org/10.1016/j.adolescence.2016.05.008

Complementarias:

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